Bull acepta que su empresa epresente a un sacerdote acusado del robo y posterior fuga cuando es encontrado al volante de la furgoneta de la iglesia involucrada en el accidente. Pero el caso se complica cuando el sacerdote afirma que el conductor real le confesó haber cometido el robo, pero no puede revelar la identidad de esa persona debido a la confidencialidad de la confesión.